
Diciembre 20, 2017
ENCARGUÉMONOS DE LOS CONFLICTOS SIN RESOLVER
“5Entonces el Señor bajó en una nube y estuvo allí con Moisés, y pronunció su propio nombre. 6Pasó delante de Moisés, diciendo en voz alta: —¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios tierno y compasivo, paciente y grande en amor y verdad! 7Por mil generaciones se mantiene fiel en su amor y perdona la maldad, la rebeldía y el pecado; pero no deja sin castigo al culpable, sino que castiga la maldad de los padres en los hijos y en los nietos, en los bisnietos y en los tataranietos” Éxodo 34.5–7 DHH
En estos versículos, Dios se refiere al ciclo de obediencia-bendición-desobediencia-consecuencias, que caracterizo la relación de los israelitas con Él. Sin embargo, a pesar de la historia de pecado de su pueblo, el Señor nunca los abandono. El amor LONGÁNIMO de Dios hacia su pueblo sirve como ejemplo para cualquiera que este albergando sentimientos incorrectos hacia sus seres cercanos. Decidir distanciarnos, evitar la comunicación y guardar resentimiento puede tener un efecto devastador en nuestras vidas y estorbar seriamente todo esfuerzo futuro. Es necesario confrontar los conflictos sin resolver.
El camino hacia la reconciliación comienza con la confesión de arrepentimiento y el perdón. Una vez que se ha decidido perdonar los errores, somos libres para comenzar a desarrollar confianza y restauran la relación.
Jehová es justo. Las tres palabras para la maldad (iniquidad, rebelión y pecado) tratan de la vida interior y exterior; se ocupan de los pecados intencionales y de descuido. Contemplan la perversidad torcida de la humanidad. Es importante tener en mente que, a pesar de la misericordia tan grande del Señor, “no deja sin castigo al culpable”. El amor de Dios no es un amor sentimental, sino un amor justo. Sin embargo, no es como la justicia humana. No es una justicia legalista donde se paga un kilo por un kilo, un diente por un diente, o un ojo por un ojo, sino una justicia cuya misericordia y gracia superan la retribución. ¡Donde el pecado abunda, la gracia sobrepasa! “Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios.” 2 Corintios 5:21 NVI
No podemos borrar todas las cicatrices de las heridas del corazón, pero podemos experimentar libertad de la esclavitud de la amargura. La libertad viene de perdonar. El perdón es una vía superior, abre el camino a la reconciliación y la cercanía.
Si en verdad podemos ser honestos, reconoceremos que los conflictos sin resolver están todavía influenciando nuestras relaciones presentes. ¿Cómo podemos poner en práctica el ejemplo de amor LONGÁNIMO de Dios? Si eres culpable es urgente que muestres arrepentimiento y pidas perdón, si te han hecho mal y has decidido vivir en amargura es apremiante que uses de la misericordia de Dios para que puedas perdonar.
Presenta al Señor cualquier conflicto sin resolver que tengas en tu corazón. Pídele que te de fuerza para confrontar eso problemas, prepárate para pedir u otorgar perdón por las ofensas y preparar el terreno para la reconciliación.
“8 El Señor es clemente y compasivo, lento para la ira y grande en amor. 9 No sostiene para siempre su querella ni guarda rencor eternamente. 10 No nos trata conforme a nuestros pecados ni nos paga según nuestras maldades. 11 Tan grande es su amor por los que le temen como alto es el cielo sobre la tierra. 12 Tan lejos de nosotros echó nuestras transgresiones como lejos del oriente está el occidente. 13 Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos.” Salmo 103.8–13 NVI
“22 Pero yo les digo que todo el que se enoje con su hermano quedará sujeto al juicio del tribunal. Es más, cualquiera que insulte a su hermano quedará sujeto al juicio del Consejo. Y cualquiera que lo maldiga quedará sujeto al fuego del infierno. 23 »Por lo tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar y allí recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja tu ofrenda allí delante del altar. Ve primero y reconcíliate con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda.” Mateo 5.22–24 NVI
“31 Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. 32 Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.” Efesios 4.31–32 NVI