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Enero 29, 2018

LA RESPUESTA NO SE ENCUENTRA EN HUIR, SI NO EN APRENDER

“1 Y sucedió que cuando Adonisedec, rey de Jerusalén, oyó que Josué había capturado a Hai y que la había destruido por completo (como había hecho con Jericó y con su rey, así había hecho con Hai y con su rey), y que los habitantes de Gabaón habían concertado la paz con Israel y estaban dentro de su tierra,

2 tuvo gran temor, porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales, y porque era más grande que Hai, y todos sus hombres eran valientes.

3 Por tanto, Adonisedec, rey de Jerusalén, envió mensaje a Hoham, rey de Hebrón, a Piream, rey de Jarmut, a Jafía, rey de Laquis y a Debir, rey de Eglón, diciendo:

4 Subid a mí y ayudadme, y ataquemos a Gabaón, porque ha hecho paz con Josué y con los hijos de Israel.

5 Se reunieron, pues, los cinco reyes de los amorreos, el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jarmut, el rey de Laquis y el rey de Eglón, y subieron ellos con todos sus ejércitos, y acamparon junto a Gabaón y lucharon contra ella.

6 Entonces los hombres de Gabaón enviaron mensaje a Josué al campamento de Gilgal, diciendo: No abandones a tus siervos; sube rápidamente a nosotros, sálvanos y ayúdanos, porque todos los reyes de los amorreos que habitan en los montes se han reunido contra nosotros.

7 Y Josué subió de Gilgal, él y toda la gente de guerra con él, y todos los valientes guerreros.

8 Y el Señor dijo a Josué: No les tengas miedo, porque los he entregado en tus manos; ninguno de ellos te podrá resistir.

9 Vino, pues, Josué sobre ellos de repente, habiendo marchado toda la noche desde Gilgal.

10 Y el Señor los desconcertó delante de Israel, y los hirió con gran matanza en Gabaón, y los persiguió por el camino de la subida de Bet-horón, y los hirió hasta Azeca y Maceda.

11 Y sucedió que mientras huían delante de Israel, cuando estaban en la bajada de Bet-horón, el Señor arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron; y fueron más los que murieron por las piedras del granizo que los que mataron a espada los hijos de Israel.

12 Entonces Josué habló al Señor el día en que el Señor entregó a los amorreos delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de Israel: Sol, detente en Gabaón, y tú luna, en el valle de Ajalón.

13Y el sol se detuvo, y la luna se paró, hasta que la nación se vengó de sus enemigos. ¿No está esto escrito en el libro de Jaser? Y el sol se detuvo en medio del cielo y no se apresuró a ponerse como por un día entero.

14 Y ni antes ni después hubo día como aquel, cuando el Señor prestó atención a la voz de un hombre; porque el Señor peleó por Israel.

15 Entonces Josué, y todo Israel con él, volvió al campamento en Gilgal.” Josué 10.1-15 LBLA


Después que las tropas de Josué marcharon toda la noche, enfrentaron a cinco reyes, a sus cinco ejércitos y una batalla cruel y sangrienta. Josué hizo lo que todos deberíamos hacer cuando enfrentamos nuestras batallas más difíciles: el acudió a Dios en busca de ayuda y le pidió que le diera sus fuerzas. Cuando enfrentamos una batalla que no podemos ganar por nosotros mismos y oramos en fe, creyendo que Dios puede hacer un milagro, entonces nuestros ojos se abren para ver su obra a nuestro favor.

Puede ser que no libremos batallas militares, pero podríamos tener que batallar por nuestro matrimonio. Cuando un matrimonio está pasando por duras dificultades entre los cónyuges, puede parecerse bastante a una guerra. Hay tres estrategias radicales y negativas para un matrimonio en dificultades: suicidio, homicidio y divorcio. Las dos primeras son opciones impensables para personas sanas mentalmente. Pero el divorcio se ve a menudo como una manera de poner fin al dolor de un mal matrimonio. Algunos se han divorciado dos, tres o más veces, y todavía siguen buscando un matrimonio feliz.


Sin embargo, el divorcio no resuelve los problemas, sino que, crea problemas nuevos y profundos que nunca desaparecerán. En muchos casos, la respuesta no se encuentra en huir, si no en aprender. Un cónyuge puede aprender que hay detrás del mal comportamiento del otro cónyuge y, como Josué, pedirle a Dios sabiduría para saber cómo responder. De esta manera, un cónyuge puede ser parte de la solución, y tal vez verá el sol detenerse.

Yo le doy gracias a Dios por su poder creativo y sanador. Él es un Dios de milagros. Pidámosle que nos ayude a confiar en que Él nos dará una solución en las dificultades de nuestro matrimonio. Cuando estemos atravesando un tiempo de dificultades en nuestro matrimonio, oremos con denuedo y fe para que Dios obre milagrosamente en nuestros matrimonios.

La respuesta no se encuentra en huir, si no en aprender: News
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