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February 7, 2018

RESTAURAR RELACIONES HUMILDEMENTE

“1 El ángel del Señor subió de Gilgal a Boquim y dijo a los israelitas: «Yo los saqué de Egipto y los traje a esta tierra que juré dar a sus antepasados, y dije que nunca rompería mi pacto con ustedes. 2 Por su parte, ustedes no debían hacer ningún pacto con los habitantes de esta tierra, sino destruir sus altares. Pero desobedecieron mi mandato. ¿Por qué lo hicieron? 3 Ahora declaro que ya no expulsaré a los pueblos que viven en la tierra de ustedes. Ellos les serán espinas clavadas en el costado, y sus dioses serán una tentación constante para ustedes». 4 Cuando el ángel del Señor terminó de hablar a los israelitas, el pueblo lloró a gritos. 5 Por eso llamaron al lugar Boquim (que significa «llanto»), y allí le ofrecieron sacrificios al Señor.” Jueces 2.1-5 NTV.

Cuando el ángel del Señor se apareció a los israelitas, les recordó el pacto que había hecho con sus padres y sus generaciones, los confrontó con su desobediencia, declaró las razones de ser un pueblo errante y les impuso un castigo: espinas y tentación. Los pueblos de la tierra donde ahora habitaban serían espinas clavadas en el costado de Israel, y una tentación constante para ellos. Estas serían dos penas muy molestas e insidiosas para el pueblo de Israel.

Observemos muy bien la forma en que el pueblo responde a Dios. Llanto y sacrificios. Estas son señales de arrepentimiento. Aunque el pueblo había pecado y cosecharía las consecuencias, volvió su corazón a Dios después de ser confrontados por su ángel.

Cada vez que pecamos, rompemos relaciones: nuestra relación con Dios y nuestra relación con otros. Igual que los israelitas, no podemos cambiar el pasado, pero podemos decidir cómo responder a nuestra culpa.

Las personas suelen disculparse de varias maneras. Algunos, expresan pesar: “lamento haber hecho eso.” Hay otros que aceptan su responsabilidad: “Estaba equivocado.” Están los que ofrecen restitución: “Qué puedo hacer para enmendar las cosas.” Para otros es importante demostrar que abandonaran su mal proceder: “No quiero volver hacer eso.” También hay los que enfatizan en pedir perdón: “Te pido que me perdones.”

Expresar sinceramente nuestra disculpa nos ayudará a restaurar relaciones lastimadas o rotas. La disculpa más efectiva es la que acepta la persona que hemos lastimado. Cuando nuestros seres amados, conyugue o personas que nos rodean considerarán sincera nuestra disculpa es más fácil para cualquiera de ellos perdonarnos.

Quizás al igual que los israelitas, un día romperemos nuestros compromisos, fallaremos ante aquellos que amamos. Si es que esto sucede, deberíamos ser prontos para arrepentirnos y pedir perdón.

“Por favor, perdona a tus hermanos por el gran mal que te hicieron, por el pecado de haberte tratado con tanta crueldad. Por eso nosotros, los siervos del Dios de tu padre, te suplicamos que perdones nuestro pecado.” Génesis 50.17 NTV.

Cuando erremos, pidámosle a Dios que nos ayude para que podamos ver nuestro pecado, admitirlo, arrepentirnos y restaurar relaciones rápida y humildemente.

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