
Diciembre 1, 2017
¿POR QUE CUESTA TANTO PERDONAR?
La Biblia nos revela que hemos sido hechos a la imagen de Dios: “Cuando Dios creó al hombre (hebreo adam), lo creó a su imagen” Genesis 1.27 DHH. Es esa imagen la que hace que al ser humano le interese mucho la justicia.
Los cristianos en la actualidad sabemos con claridad que la salvación que Dios nos da es por gracia, pero no por esto deja Dios de ser Justo. Dios, para ser justo y al mismo tiempo poder dar salvación por gracia; tuvo que cubrir un GRAN costo. Debido a que Cristo, el unigénito Hijo, pagó el precio del pecado en la cruz, Dios puede ser justo y salvar por gracia al mismo tiempo.
Cuando otros pecan contra nosotros, el perdonar al ofensor tiene un costo. La imagen de Dios nos da un sentido de justicia que no podemos ignorar. Es este sentido el que demanda que paguen por su falta. Por más que queramos reconciliarnos, no podemos ignorar la ofensa. Sin embargo, si recordamos que Dios nos perdonó cuando no lo merecíamos, nosotros también podemos perdonar a otros. “perdónense mutuamente, como Dios los perdonó a ustedes en Cristo” Efesios 4.32 DHH. ¡La justicia que demandamos está satisfecha con el sacrificio de Cristo!! Así como la justicia de Dios lo está primeramente.
Es posible que nos perdonemos unos a otros. Esaú, mucho antes de ver que se acercaba el clan de Jacob, había decidido perdonar a su hermano engañador. Antes Jacob había herido tanto a Esaú, que Esaú había resuelto matarlo. Al regresar Jacob a la tierra de sus padres se había imaginado lo peor al encontrarse con su hermano. Quizás se imaginaba a un Esaú furioso, y que le quitaría la vida a él y a todo su clan familiar. Por esta suposición es que Jacob elabora un plan para presentarse a Esaú cautelosamente. Pero su plan fue innecesario, porque Esaú ya había decidido perdonarlo. Sin esperar las disculpas de Jacob, Esaú corrió hacia Jacob para abrasarlo y besarlo. Esaú había toma la decision de perdonar a su hermano Jacob. Una decisión muy difícil, pero que logró que dos hermanos volvieran a acercarse. Si Esaú pudo perdonar sin saber de la gracia de Dios revelada en Cristo, con muchas razón nosotros podemos perdonar al pecador arrepentido.
Nuestro matrimonios deberían de caracterizarse por esta misma disposición a perdonarse. Si hay ARREPENTIMIENTO deberíamos de estar dispuestos a perdonar como Dios nos ha perdonado. “Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes” Colosenses 3.13 DHH.