
Diciembre 21, 2017
LABORAR CON NORMALIDAD Y ÉXITO
Éxodo 36:8-38 NTV En esta porción encontramos un registro del cumplimiento palabra por palabra de las instrucciones dadas por Dios a Moisés durante su primera estadía en el monte Sinaí Éxodo 25:1–31:18. La similitud entre las instrucciones y su cumplimiento indican que el pueblo obedeció a Dios “al pie de la letra”. Este cumplimiento implica una actividad que hasta ahora los seres humanos seguimos ejecutando. Esa actividad es el “trabajo.”
El trabajo es una parte integral de la creación de Dios. Desde Adán en el huerto hasta este preciso momento los humanos hemos gozado de esta digna responsabilidad. Recuerdo muy bien cuando de niño, esperábamos el retorno de mi mama y mi papa a casa. Yo estaba consiente que estaban regresando de sus trabajos. Sus manos, sus pies, sus ropas daban testimonio que habían estado ocupados trabajando. Ellos trabajaban para que en casa tuviéramos lo necesario, y lo tuvimos.
Al igual que los artesanos de Éxodo 36, todos estamos dotados de ciertas habilidades y destrezas diseñadas de tal manera que podamos laborar con normalidad y éxito. La realización de nuestro trabajo nos brinda satisfacción. Pero sobre todas las cosas, nuestro trabajo refleja que hemos sido creados a la imagen de Dios.
Lastimosamente, el concepto del trabajo que Dios le dio a la humanidad ha sido reemplazado por intereses lucrativos. Demasiadas decisiones se toman en base únicamente en cuanto dinero se puede ganar. Las parejas cristianas que están comprometidas con la idea de trabajo revelada en las Escrituras, entienden que están trabajando no solo para el beneficio de sus familias y patrimonio, sino también para que Dios reciba la gloria. Pablo dijo: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres, 24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia. Es a Cristo el Señor a quien servís” Colosenses 3.23–24 LBLA
El trabajo es un privilegio para el cual todos estamos equipados por Dios. Aun personas que la sociedad llama “discapacitados” o “inválidos” realizan magníficos trabajos. Lo único que puede impedir que realicemos un trabajo que beneficie a nuestra familia, nuestro patrimonio y que le dé la gloria a Dios, está dentro de nosotros.
“Ve, mira la hormiga, perezoso, observa sus caminos, y sé sabio. 7La cual sin tener jefe, ni oficial ni señor, 8prepara en el verano su alimento, y recoge en la cosecha su sustento. 9¿Hasta cuándo, perezoso, estarás acostado? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? 10Un poco de dormir, un poco de dormitar, un poco de cruzar las manos para descansar, 11y vendrá como vagabundo tu pobreza, y tu necesidad como un hombre armado.” Proverbios 6.6-11 LBLA